La obra, totalmente contemporaneizada en cuanto vesturario y escenografía, choca con el caracter atemporal del texto y con la puesta en escena e interpretación de los actores. Transformando a todos los personajes de la misma, que no intervienen en un agradable "coro", magistralmente dirigido, coro al que su modo interpretativo, recuerda ni más ni menos al gran director Cesar Bernard, hoy por hoy el mejor director de coros. La actuación como ya hemos señalado, estaba llena de matices con grandes carácteres altamente diferenciados y propios de un teatro tan vivo com es el teatro Jacobino. La fusión que en muchos momentos se crea con las coreografías de los movimientos de los personajes, mas la música cantada de los actores, creaba una atmosfera en la sala de agradeble incertidumbre, consiguiendo que el espectador no pudiese relajarse ni un minuto. Felicitaciones por tanto a Jane Gibson y a Emma Woodvine por esa dirección de movimientos y voz respectivamente.
Como todo no podía ser excelente, hubieron algunas pequeñas cosas (por no hablar sólo de lo bueno) que habría que resaltar. Hemos dicho que la interpretación de los actores estuvo bien definida, fue bastante clara, y muy diferenciada unos de otro, con respecto al texto y a las circunstancias de la acción, sólo hubo una pequeña excepción, que no me encajó muy bien este maravilloso engranaje, el personaje de Giovanni, interpretado por Jack Gordon, pensamos
que no estuvo a la altura, no hablamos de las dotes interpretativas
del actor, sino de el enfoque que se le ha dado en la obra,
intentando descontextualizarlo de la acción dramática
convirtiéndolo en un narrador de principio a fin, yendo en
detrimento de la interactuación del personaje con la acción
dramática. El movimiento actoral, excelente: como hemos mencionado,
pero en ocasiones demasiado danzado con la desvinculación que ello
conlleva, haciendo pensar en el espectador la belleza de la
coreografía olvidándose por tanto de lo que está pasando en la
escena. Y como otro punto discordante a resaltar, podría ser la
línea trágica de la obra, pues se echaba en falta la ascendencia
contínua de la misma, estancándose a mitad del espectáculo no
generando finalmente la catarsis tan esperada que requiere esta pieza de pasiones ocultas intrínsecas en el ser humano. No obstante como he dicho al principio son pequeñas apreciaciones negativas.
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